lunes, 26 de noviembre de 2007

La serranía de Cuenca






Serranía de Cuenca

El lugar de partida de esta excursión fue Villalba de la Sierra, a 21 kms de Cuenca,a unos 15 kms de la Ciudad Encantada y a 20 kms de Los Callejones de Las Majadas.

La primera parada fue en el Ventano del Diablo que es un balcón natural de piedra desde el que se tienen unas vistas impresionantes de la Hoz del Júcar con un desnivel de más de 200 metros.







Retomando la ruta llegamos a la Ciudad Encantada. Como “culturilla general” decir que su forma tan singular se debe a que las rocas en su parte inferior (pobres en magnesio y margosas) se desgastan más rápidamente que la parte superior (calizas magnesíferas pobres en calcio y resistentes a la erosión).
El recorrido está señalizado y se pueden ir buscando los parecidos con los nombres que se le han dado, la mayoría muy claros y otros no tanto (los osos, por ejemplo).




La siguiente parada para nosotros iba a ser Tragacete para comer allí pero al final tuvimos que continuar hasta Beteta, cuna de Solán de Cabras.

El Nacimiento del Río Cuervo tiene tres rutas definidas. La más larga llega hasta el origen de este río cuando solo es un hilo de agua. El itinerario empieza por un camino paralelo al río que conducen a las cascadas (lo ideal sería hacer esta visita tras una temporada de lluvias cuando las cascadas lleven bastante agua). Después se llega a una zona de aguas tranquilas y tras atravesar la vegetación de las riberas se llega al manantial del Río Cuervo.








La última parada de la ruta será en Las Majadas. Existen dos formas de llegar hasta allí, estando en el Nacimiento del Río Cuervo tomar una carretera hacia allí. Este camino está poco y mal señalizado y se hace muy largo. La otra forma sería desde Villalba de la Sierra, la carretera es notablemente mejor.

Antes de parar en Los Callejones aconsejamos ir hasta los miradores, está muy cerca aunque para llegar allí habrá que dejar el coche y hacer el último tramo andando, unos dos kilómetros. Las vistas son de lo mejor que ofrece la serranía de Cuenca.





Los Callejones de Las Majadas es una especie de Ciudad Encantada pero perdida en mitad de la sierra. Se trata de una formación kárstica donde la erosión desigual debida al viento y la lluvia ha dado lugar a una gran cantidad formas singulares (puentes, monolitos, arcos, pasillos…). La ruta está muy bien señalizada y puede durar unas dos horas a un ritmo tranquilo y de contemplación del paisaje. Además tiene información sobre la flora del lugar.







Qué comer

En el mismo pueblo de Las Majadas hay un restaurante que cuenta también con habitaciones y que organiza rutas a caballo por los alrededores y otras actividades que es muy recomendable y que se llama La Utrera. Su decoración es de ambiente taurino, con numerosas fotografías de toreros dedicadas al propietario del restaurante.
La cocina es tipo moderno pero sin serlo de manera exagerada. La carta no es muy variada. Pese a ello la comida está muy buena y nos costó menos de 25 € por persona sin vino. Junto con las
especialidades típicas de la zona, se puede comer un excelente jamón. El solomillo con Foie también se deja comer muy bien. La carta de vinos es amplia, por lo que seguro que encuentras el que más te gusta.


Notas.
- Llevar el depósito del combustible lo suficientemente lleno para hacer muchos kilómetros, básicamente porque las gasolineras no abundan por la serranía y la de Tragacete cierra los festivos a las dos de la tarde. Y es un problema muy serio tener que llegar a Beteta en reserva.
- Muy aconsejable llegar hasta el Mirador en Las Majadas, unas vistas irrepetibles.

- Nos quedamos en una casa rural en Villalba de la Sierra, http://www.toprural.com/ficha/es.cfm/idp/16/ids/33928.htm, nueva y muy bien equipada.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Cuenca y sus casas colgadas

Cuenca

Cuenca la podemos dividir en dos partes: la Cuenca monumental y turística y por otro la Cuenca ciudad, menos visitada, menos atrayente y más utilitaria.
Así que como buenos turistas nos centramos en la parte monumental que es la zona más alta, a la que para llegar hay que subir muchas cuestas, aquella que se encuentra entre las hoces del Huécar por un lado y del Júcar por el otro.






Mientras subíamos nos asomamos a ver el Auditorio y la iglesia de Santa Cruz para llegar a nuestra primera parada, la Plaza Mayor en la que están el Ayuntamiento (con fachada barroca del siglo XVIII) y la Catedral (única en España de estilo gótico anglonormando).







La siguiente parada fue en las Casas Colgadas fueron construidas en el siglo XIV y se cree que fueron residencia de verano de los reyes. Luego las vimos desde el puente de San Pablo. Impresiona cruzar este puente, en un día con viento seguro que asusta un poco. Muy buena las vistas de la hoz del Huécar, del Convento de San Pablo (hoy Parador de Turismo) y del casco antiguo desde allí.

Volviendo sobre nuestros pasos fuimos hasta la catedral y continuamos subiendo hacia el Arco de Bezudo. Supuestamente allí también está el castillo pero de éste no queda más que un trozo de muro.







Llegados a este punto son muchos los bares que encontramos para reponer fuerzas.
En el camino de vuelta tomamos por el otro lado, por la hoz del Júcar. Como bajar siempre es más cómodo que subir, este tramo se hizo menos cansado que el otro.
Vimos las iglesias de San Miguel (estilo gótico con artesonado mudéjar), de la Merced, la Torre de Mangana (resto de una antigua fortaleza árabe y actualmente cerrada su plaza por obras) y la iglesia de San Andrés.


Qué comer
Para comer picoteando recomiendo la zona del castillo. Es un buen sitio por varias razones, primero porque llegas cansado al ser la parte alta de la ciudad, así que qué mejor que parar allí para hacer un reponedor descanso y recuperar fuerzas para seguir de visita. Y segundo porque hay unos cuantos bares en los que poder tapear los productos típicos de la zona. Lo mejor es que no son caros y se come bien. Claro que si lo que te gusta es un ambiente más exclusivo hay un restaurante sobre una de las casas colgantes. No he comido nunca ahí, pero las vistas han de ser espectaculares.
El morteruelo, una mezcla de carnes de caza, gallina y cerdo que se presenta como una pasta a modo de paté es imprescindible. Es muy denso y consistente.
Si eres un poco atrevido ahí están los zarajos. A mí personalmente no me gustan, pero conozco gente que sí que los come. Son las tripas del cordero enrolladas y fritas. El sabor es un poco fuerte.
El conejo, la trucha o la caza menor son otros productos típicos de la zona. El ajoarriero, una pasta blanca que como su propio nombre indica tiene como ingrediente fundamental el ajo, es otra de las tapas típicas conquenses.
El licor tradicional es el Resolú, un licor de café. A mí no me gusta, pero igual que pruebas el licor de lagarto en los restaurantes chinos éste no pasa nada por beber un chupito.



Una ciudad pequeña pero con encanto. Un pero: encontrar una heladería a principios de octubre a media tarde fue tarea imposible, ni siquiera en la parte no histórica.